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Mi cerebro mientras miente

Pere Estupinyà
EL PAÍS.com 
01 Mar 2008 - Enlace

Este es mi cerebro.
Hoy mismo he pasado 2 horas dentro de un claustrofóbico aparato de resonancia magnética, inmóvil, haciendo tests mientras el escáner registraba qué zonas de mi cerebro estaban activas mientras mentía, y en qué intensidad.
El estudio lo dirige Stephen Kosslyn de la Universidad de Harvard, pero quien de verdad lo realiza es Rogier Klevit, a quien también conocí en fase nocturna, y tras varias copas me convenció para participar como voluntario en alguno de sus experimentos con fMRI.
Los preparativos empezaron ayer jueves. Acudí al despacho de Rogier y rellené el típico papeleo donde dice que si pasa algo raro es mi culpa porque ellos ya me han avisado (exagero). Entonces me pidió que resolviera unos tests para averiguar mi destreza visual, y que redactara una lista con una serie de datos (me han pedido que no los especifique). Le pregunté el porqué, pero me contestó que no podía explicarme absolutamente nada sobre el estudio. No debía condicionar mis pensamientos antes de entrar en el scanner.
Total, que hoy a mediodía me presenté en el centro de Imagen por Resonancia Magnética del Massachussets General Hospital. Tras avisarme que estaría dos horas tumbado oyendo ruidos molestos e intentando no mover un solo músculo, me pasaron una lista relacionada con los datos que yo había escrito.
El scanner es estrecho, pero no resulta incómodo. Tu cabeza está fija con una especie de espuma, por lo que resulta fácil mantenerla completamente quieta. El único contacto con los investigadores es una pequeña pantallita frente tus ojos por la que recibes la información, y dos teclas en tu dedo índice y corazón con las que contestas “si” o “no” a las preguntas que te hacen.
El primer escáner de resonancia magnética es estructural (MRI). No mide actividad, sólo hace un mapa tridimensional extremadamente completo de tu cerebro (con imágenes como las que veis en la foto de arriba, y en la pantalla de la izquierda). Sobre él insertarán después los datos de actividad cerebral.
El segundo ya es funcional (fMRI). Mide qué zonas están activas mientras piensas o realizas una serie de acciones.
La primera prueba es muy sencilla. La pregunta que debes responder es. Van pasando parte de los datos anteriores, y debo contestar cuáles tienen sentido para mi. La respuesta es "No" para todos ellos, menos para dos.
Cada tanda dura unos 4 o 5 minutos, y la repiten varias veces simplemente modificando el orden de los datos.
Luego cambian las instrucciones: Te piden que cuando veas un dato determinado que sí tiene sentido para ti, mientas. Tienes que contestar que NO en lugar de si.
En principio, cuando miento de forma consciente, una zona de mi cerebro presenta mayor actividad. Eso ya estaba demostrado, e incluso hay empresas como No Lie MRI que ofrecen sus servicios como detectores de mentiras. Te van haciendo preguntas del estilo “¿tu hija se llama ana?”, ¿tienes un coche verde?, “¿trabajas como abogado?” “¿has sido infiel a tu mujer?” y… “¡vaya! En la última pregunta una zona de tu cerebro indica que mientes…"
¿Tan sencillo? Esto es lo que intenta averiguar el estudio en el que he participado. Y por eso todavía quedaba una siguiente prueba.
Me han pedido que no explique la metodología en detalle. Sólo puedo contaros que añaden una pequeña dificultad para ver cómo se ve alterada la señal, y si interfiere de forma parecida a el hecho de mentir. En el fondo están evaluando si la técnica de fMRI es un buen detector de mentiras o no.
No puedo entrar más a fondo en el estudio, pero sí explicar un par de sensaciones.
¡Dos horas inmóvil dentro de un tubo estrecho con la posición que veis en la foto! Pues la verdad, ha resultado menos complicado de lo que pensaba. De hecho, con lo aburrido que era, varias veces casi me quedo dormido. Se lo confesé a Rogier y le pregunté si era importante. Me dijo que en mi caso no, pero que en otros estudios, si alguien se adormece los resultados en principio dejan de ser válidos.
Segunda duda: Los pensamientos son difíciles de controlar. Estás leyendo fechas y la cabeza se va donde le da la gana… te acuerdas de lo bien que te lo pasaste el fin de semana, de algo que te preocupa, reflexionas sobre el propio estudio en el que estás participando, sobre qué escribirás en el blog… ¿Afectará esto a los resultados? Rogier de nuevo afirmó que en mi caso no, pero que en otras situaciones es un factor importantísimo.
Por cierto, y como curiosidad: Me darán 100 dólares por las 4 horas invertidas durante estos dos días. No es mucho, pero precisamente ayer cuando lo comentaba con el investigador Simon Overduin, me dijo que él llevaba más de 300 horas dentro de escáneres. Le resultaba un buen sobresueldo.
Hago esta acotación porque no puedo dejar de explicaros lo que ayer por la tarde me mostró Simon en el McGovern Institute del MIT. Su grupo investiga sobre el papel del cerebro y la médula espinal en los movimientos corporales. Uno de los modelos animales que utilizan son las ranas toro, que miden más de un palmo. Pues bien, les quitan el cerebro, dejan la médula y el encéfalo, y se dedican a suministrar impulsos eléctricos y analizar cómo mueven las patas. Pero lo que me impactó es que las ranas viven sin cerebro durante dos semanas!
Incluso tienen otra preparación en la que en un medio de cultivo especial conservan sólo la médula y una pierna, para estudiar también su movilidad. Impresionante… intentaré profundizar en otro post.
Y ya termino con un último detalle, la maqueta del primer aparato de resonancia magnética que existió. Lo construyeron ingenieros del MIT, y tomó su primera medida en 1969. Es el de la derecha. El de la izquierda es donde me he metido hoy.